En octubre de 2016 publicamos un post con el titulo de “incontinencia urinaria en mujeres” (que puedes leer aquí), hoy queremos retomar el mismo tema para informaros de esta patología tan común entre las mujeres pero, sin embargo, frecuentemente oculta. El objetivo de esta nueva entrega pretende sensibilizar a la población femenina sobre la importancia de esta patología, hacerla transparente y romper los tabúes que impiden su abordaje como un problema sanitario más y dar a conocer los más recientes avances en su tratamiento.
Definición de Incontinencia Urinaria
La “incontinencia urinaria” es la pérdida involuntaria de orina. Afecta a ambos sexos y puede afectar a cualquier edad, aunque su incidencia aumenta con la edad y es más prevalente entre las mujeres.
Clasificación
Desde el punto de vista del ginecólogo los tipos de incontinencia que más nos interesan son:
– La incontinencia de esfuerzo es la que se produce en situaciones en las que aumenta la presión intraabdominal (saltar, caminar, toser, reír, estornudar, practicar deporte, etc). Este tipo de incontinencia representa más de las tres cuartas partes de las causas de incontinencia en la mujer. Está relacionada con el debilitamiento de la musculatura (suelo pélvico) que sirve de sostén a los órganos pélvicos. El volumen del escape de orina es generalmente entre bajo y moderado.
– Incontinencia imperiosa o de urgencia: La pérdida de orina está precedida de una necesidad urgente de orinar que se convierte en incontrolable. Se conoce también como vejiga hiperactiva porque es debido a la contracción descontrolada del músculo detrusor que envuelve la vejiga e interviene en el mecanismo de llenado y vaciado de la misma. El escape nocturno o la necesidad de levantarse por la noche a orinar son frecuentes. El volumen del escape suele estar entre
moderado e importante.
– Incontinencia mixta: Cuando se combinan las causas y síntomas de los dos tipos precedentes. La incontinencia por rebosamiento, que se produce cuando la vejiga esta muy llena, y la incontinencia funcional, generalmente debida a problemas físicos o cognitivos, suelen ser abordados por otros especialistas.
Factores de riesgo
– La maternidad es un factor de riesgo muy importante para la incontinencia de esfuerzo. En un estudio con más de 15000 mujeres, la prevalencia de la incontinencia entre las pacientes nulíparas fue del 10%, frente al 16% entre las pacientes que habían tenido sus bebés por cesárea y del 21% entre la pacientes que
habían parido por vía vaginal.
– El antecedente de histerectomía también se asocia con mayor riesgo de incontinencia urinaria de esfuerzo, quizás por lesiones quirúrgicas que pueden afectar a la integridad del suelo pélvico. La incontinencia de esfuerzo también se asocia al prolapso uterino, cistocele, rectocele y el prolapso de vagina tras histerectomía, quizás porque el la debilidad del suelo pélvico está en el origen común de todas estas patologías.
– La pérdida del tono muscular asociado a la edad es la causa de la mayor prevalencia de incontinencia, tanto de esfuerzo como de urgencia, en mujeres de edad avanzada.
– El sobrepeso, el estreñimiento crónico y la tos crónica y la práctica de deportes de alto impacto aumentan el riesgo de incontinencia de esfuerzo. La mayor presión y el progresivo debilitamiento de la musculatura del suelo pélvico justificarían la incontinencia de esfuerzo en estos casos.
– La historia familiar de incontinencia en madres o hermanas también aumenta el riesgo de padecer incontinencia de esfuerzo y de incontinencia mixta.
– El tabaquismo se ha asociado con la incontinencia de urgencia, probablemente por los efectos irritativos que el tabaco produce en la vejiga. Asimismo, el consumo de cafeína aumenta también la incontinencia de esfuerzo y la urgencia miccional.
Epidemiología
Se estima que la incontinencia de orina afecta unas 200 millones de personas en todo el mundo y a unos 5 millones de mujeres españolas de todas las edades.
En un estudio llevado a cabo por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) en España, se observó que el 30% de las mujeres entre 45 y 75 años habían reconocido algún escape de orina en los tres meses previos a la encuesta. La incidencia y la intensidad de los escapes de orina aumentan con la edad.
La incontinencia afecta de forma importante a la calidad de vida, ya que puede causar vergüenza, depresión y baja autoestima, limitando las relaciones sociales, sexuales, laborales y de todo tipo. La encuesta de la SEGO observó que el 73% de las pacientes incontinentes habían ocultado su problema a su entorno familiar y el 68% a los profesionales sanitarios. Solo el 18% había seguido algún tipo de tratamiento o tomado alguna medida para controlar las pérdidas de orina.
Solo el 39.5% de las pacientes con pérdidas de orina fueron interrogadas por sus profesionales sanitarios acerca de sus hábitos miccionales, lo que demuestra la escasa sensibilización de los mismos hacia este importante problema de salud, sobre todo teniendo en cuenta que, como se observó en la encuesta SEGO, las mujeres con pérdidas de orina tienen una peor salud (dolor de espalda, insomnio, hipertensión, etc) que las que no tenían pérdidas de orina.
Por todo ello, en base a los datos que os hemos expuesto, nos atrevemos a proponerte una serie de serie de consejos:
– No consideres las pérdidas de orina como “normales”. La incontinencia urinaria es una disfunción a cualquier edad y como tal debe ser tratada.
– No asocies la menopausia a la incontinencia de orina. La menopausia no está reconocida como un factor de riesgo de la incontinencia urinaria.
– Rompe el silencio y coméntalo con otras mujeres de tu entorno (familia, amigas, etc.) y verás que es un problema más común de lo que creías.
– Comenta tu problema con tu médico de cabecera o con el especialista (ginecólogo o urólogo) lo más precozmente posible, vence la timidez y la vergüenza y piensa que es un problema más de salud. El especialista identificará a través de la historia clínica y de pruebas incruentas qué tipo de incontinencia tienes y que tratamiento es el más adecuado para tu caso.
– Piensa que en la inmensa mayoría de los casos el problema tiene fácil solución. Algunos casos se resuelven con la simple toma de una pastilla, otros con ejercicios de rehabilitación de la musculatura pélvica y para los que precisan una corrección mediante cirugía, hoy en día disponemos de técnicas mínimamente invasivas y con resultados muy satisfactorios.
– Piensa que la corrección del problema mejorará también otros aspectos de tu salud y tu higiene, aumentará tu autoestima y la seguridad en tus relaciones sociales y en tus relaciones íntimas. En definitiva tu calidad de vida mejorará de forma significativa.
¡NO LO DEJES PARA MAÑANA!