En la época actual es más importante prevenir que curar o tratar, por eso las mujeres podemos actuar a este nivel con las REVISIONES GINECOLÓGICAS, promoviendo así la “CULTURA DE LA SALUD”
En función de tu edad y antecedentes personales, se pueden realizar diferentes pruebas que permiten detectar precozmente algún tipo de problema que en este momento tendrá fácil solución y que en fase más avanzada podría tener más difícil curación.
Además, en las diferentes etapas de la vida se tienen diferentes prioridades. Las mujeres más jóvenes pueden estar más interesadas en evitar un embarazo no deseado o prevenir posibles enfermedades de transmisión sexual. Las mujeres de mediana edad pueden estar más preocupadas por prevenir enfermedades ginecológicas, p.e., cáncer de mama o de cérvix uterino,… Y las mujeres maduras pueden estar más interesadas en prevenir temas relacionados con la menopausia.
¿Cuándo deberíamos plantearnos las revisiones ginecológicas?
Es recomendable hacer la primera revisión ginecológica una vez iniciadas las relaciones sexuales o si se presenta algún problema relacionado con la menstruación, mamas… En general, una edad recomendable es a partir de los 20 años en caso que no hayan surgido problemas con anterioridad o no se hayan iniciado las relaciones sexuales.
¿En qué consiste una revisión ginecológica?
Este tipo de chequeo completo consta de diversas partes:
- historia clínica completa
- exploración física
- Citología cérvico-vaginal
- ecografía transvaginal
HISTORIA CLÍNICA COMPLETA
Lo primero que los ginecólogos debemos hacer es una historia clínica completa (anamnesis). Esta consta de tres partes:
- Conocer todos tus antecedentes familiares con la idea de detectar situaciones especiales que requieran de alguna prueba específica.
- Conocer tus antecedentes personales, es decir, informarnos de situaciones o patologías generales.
- Posteriormente nos centraremos en la historia ginecológico-obstétrica:
- Historia obstétrica: embarazos, partos, cesáreas, abortos…
- Historia ginecológica: edad primera regla, frecuencia y duración regla, molestias pre y menstruales, dolor regla,…
- Historia sexual: inicio relaciones sexuales, parejas sexuales, molestias con las relaciones sexuales,…
- Métodos anticonceptivos utilizados.
- Existencia o no de patología ginecológica previa.
- Existencia de pruebas ginecológicas previas que se puedan tener.
EXPLORACIÓN FÍSICA
Seguidamente debe hacerse una exploración física. Esta consiste en una exploración mamaria, abdominal y de genitales externos e internos.
- Exploración mamaria:
- Inspección: visualización de posibles alteraciones cutáneas, forma, color, simetría…
- Palpación: de ambas mamas y zonas axilares y supraclaviculares, para descartar la presencia de nódulos o tumoraciones.
- Exploración abdominal:
- Inspección: forma, tamaño, lesiones cutáneas, cicatrices…
- Palpación: para descartar tumoraciones, bultos, zonas dolorosas…
- Exploración de genitales externos:
- Inspección y palpación de la vulva.
- Especuloscopia:
- Consiste en la introducción de un espéculo en vagina para una visualización directa de las paredes vaginales y del cuello uterino.
- Si aún no has iniciado las relaciones sexuales, se utiliza un espéculo llamado “virginal”, que es de un tamaño menor.
- Tacto vaginal:
Consiste en la introducción de los dedos índice y corazón de una mano en la vagina, combinado con la palpación en abdomen con la otra mano para valorar la forma, el tamaño, la consistencia, la posición y movilización de útero y ovarios, y la existencia de posibles tumoraciones a dicho nivel.
CITOLOGÍA CERVICO-VAGINAL
Posteriormente se realiza una citológica cervico-vaginal.
Esta consiste en tomar una muestra de cuello uterino y fondo vaginal con una espátula de madera que se extiende posteriormente en un porta objetos, para su posterior estudio/valoración por un anatomopatólogo. Esta técnica se utiliza como cribado poblacional del cáncer de cuello uterino.
Otra prueba que se puede realizar es la toma de muestra a nivel cervical, para descartar la presencia o no del virus del papiloma (tipaje del virus del papiloma).
Otra prueba optativa es la llamada “Colposcopia”, que consiste en la observación ampliada del tracto genital inferior (cuello, vagina y vulva) con un aparato que actúa a modo de microscopio/lupa, con la aplicación de ácido acético y lugol.
Si la citológica cérvico-vaginal y/o la colposcopia resultaran patológicas, se podría practicar una “Biopsia cervical”, que consiste en tomar una pequeña muestra a dicho nivel para un estudio anatomopatológico más exhaustivo.
ECOGRAFÍA TRANSVAGINAL
Por último, se practica una ecografía ginecológica. Esta puede ser vía abdominal y/o vaginal, según criterio médico, para poder estudiar la morfología de tu útero y ovarios.
En algunos casos pueden ser necesarias otro tipo de pruebas como una analítica hemática o la detección del HPV. No siendo obligatorias, pueden ser recomendables en función de las circunstancias de cada mujer. El criterio de tu ginecólogo va a ser el que marque si son o no necesarias pruebas adicionales.